Fue recibido por todos lados
En las calles de los días somnolientos.
Se dirigió y llevó a su milagro,
Tropezando en una cortina helada.
Se encontraba en su celda en silencio,
Encendí la última luz,
Puse la diversión de la lámpara
Y un exuberante ramo de lirios.
Se maravilló de risa,
rayo, que era un excéntrico.
Pensó en el abrigo de pieles
Y de nuevo, escondido en la oscuridad.
Una vez que se llevó a cabo,
Él era alegre y feliz,
Y por la mañana se colocó el ataúd,
Y el cura sirvió en silencio.
octubre 1902